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Nuestro objetivo es adentrarnos en el mercado y tratar de examinar su papel como medio de acercamiento al Creador.
Rasulullah, sala Allahu ‘alaihi ua salam, lo primero que fundó, al llegar a Yazrib, antes de que le cambiase el nombre por el de Madinah al Munauarah (El lugar luminoso del Din), fue la mezquita; y luego estableció la otra única institución fundada por él, el suq, el ‘mercado’; de hecho ambas sonauqaf. Con ello sentó las bases para el desarrollo de una sociedad iluminada y próspera a partir de la que se construyó el maravilloso edificio del din de Allah, que se expandió rápidamente desde allí hasta el Atlántico y el Pacífico.
La mezquita es el lugar del salat (masŷid, ‘lugar de la saŷda’) y el suq es el lugar de las transacciones, el lugar del Zakat. Los dos pilares que Allah Ta’ala menciona juntos repetidamente en Su Noble Libro y que fueron la causa de la primera expedición llevada a cabo por Abu Bakr Siddiq contra los musulmanes que se negaron a pagar el Zakat. Abu Bakr Siddiq: “No voy a permitir que se separe lo que Allah ‘Aza ua Ŷalla ha unido en Su Libro”.
Como dijo Sheij Dr. Abdalqadir as-Sufi en cierta ocasión: “Al lado del mercado siempre encontramos una mezquita, pues el acto de la oración purifica las transacciones económicas”, convirtiéndolas en actos de ‘ibada (adoración). Ambos lugares son espacios para posibilitar el acercamiento a Allah, y en ambos rige el principio de libertad de ocupar el espacio que uno encuentre libre, sin privilegios ni reserva previa.
Es de sobra conocida la función de la mezquita; en todo caso no es el objetivo de este artículo analizarla. Nuestro objetivo es adentrarnos en el mercado y tratar de examinar su papel como medio de acercamiento al Creador.
Para empezar vamos a observar el principio fundamental de las transacciones económicas y uno de los derechos del individuo, que el Profeta, sala Allahu ‘alaihi ua salam, declaró inviolables cuando dijo: “Son inviolables la sangre, el honor y la riqueza del musulmán”. La protección que estos tres derechos que Allah ‘Aza ua Ŷal-la ha otorgado al individuo es esencial para el desarrollo individual y social, y su violación acarrea el desmembramiento de la sociedad al romper el vínculo de la confianza entre los individuos.
Ahora vamos a centrarnos en lo que concierne a la riqueza, que es el terreno del mercado; para empezar vamos al elemento fundamental de la riqueza, que es la propiedad, ya que la riqueza está compuesta de lo que uno posee, su propiedad −en árabe al milk, es ‘aquello sobre lo que uno ejerce soberanía’, es decir, sobre lo que puede decidir qué hacer con ello−. Ahora bien, los musulmanes decimos “al mulku lillah” (la soberanía pertenece a Allah), lema que vemos repetido en las paredes de la Alhambra, como recuerdo para los soberanos que la habitaban, de a Quién pertenece realmente la soberanía, siendo esta un atributo que les era otorgado temporalmente y que debían ejercer como delegados, de acuerdo con los límites establecidos por su Real propietario, residiendo en ello su poder. Esto mismo es válido para cualquier individuo. Es un atributo prestado cuya salvaguarda yace en su uso dentro de los límites establecidos por la Shari’a, utilizando los bienes en el modo que complace a Allah, subhanahu, para lo que han sido creados, como un don de un Señor amoroso y misericordioso. “Él es Quien ha hecho la tierra dócil para vosotros, caminad pues por sus confines y comed de Su provisión” Sura de la Soberanía, 15. “Buscad el favor de Allah” Sura del Viernes, 10.
De modo que entendemos que la propiedad implica libertad de disposición, es decir, dominio o soberanía sobre algo; de hecho, al soberano o al rey se le llama malik. Podemos darle la vuelta a esta afirmación y decir que “quien decide sobre algo es su real propietario”.
Examinemos cuál es la función del mercado, cuáles son sus reglas y cuáles son las enfermedades que lo corrompen.
El mercado es el espacio de intercambio de bienes entre los individuos, constituyendo una fuente de riqueza para estos y de prosperidad para la comunidad; siendo que los hombres hallan su fuerza en el grupo, puesto que se complementan unos a otros en sus necesidades. Es el lugar donde se intercambian los bienes que uno produce o trae de otros lugares por aquellos de los que uno carece y tiene necesidad. En esta transacción hay un beneficio mutuo, el pastor lleva sus rebaños y obtiene a cambio otros bienes necesarios. Igualmente el artesano, el comerciante, el médico, etc. Para que las transacciones sean enriquecedoras deben basarse en dos principios: la equidad y la libertad: “Ha elevado el cielo y ha puesto la balanza para que no abusarais al pesar y cumplierais el peso con equidad sin menoscabo”. Sura del Misericordiosos, 7-9. “¡Vosotros que creéis! No os apropiéis de los bienes de otros por medio de la falsedad, sino por medio de transacciones que os satisfagan mutuamente”. Sura de las Mujeres, 29. Es decir, debe haber equivalencia entre los bienes dados y los adquiridos, y esta transacción debe ser de mutuo acuerdo y ejercida libremente. Si no es así, vulnera el fundamento del milk. Ahora bien, para que el pastor, el artesano, etc., no tengan que ir buscando quién le va a cambiar su producto por aquello que necesita, existe una mercancía en el mercado comúnmente aceptada, que es la moneda. Esta mercancía debe cumplir unos requisitos que son:
1) El dinero –como ha sido definido en el fiqh (jurisprudencia islámica)−debe tener valor intrínseco. El valor no se le puede imponer desde fuera.
El dinero debe tener valor intrínseco debido a que es la medida y almacén del valor de las cosas. Un tipo de dinero abierto a una total manipulación artificial y a una valoración subjetiva no podrá cumplir estas dos funciones del dinero.
“(El dinar de oro y el dirham de plata) son el medio para medir el valor de las cosas… Son el juez para medir y determinar el valor de la riqueza cuando hay diferencias en la cantidad o cuando el valor es desconocido” (Al Qaadi Abu Bakr Ibn Al-Árabi, Ahkam al Corán: 37, 1064).
2) El dinero no puede consistir en algo impuro, o naỳs, como heces o piel de cerdo.
3) El tipo de dinero que se use no puede ser algo perjudicial. La máxima bien conocida en Al qawaid al fiqhiyyah dice que lo que daña debe ser eliminado, es decir, un tipo de dinero que es perjudicial, que pierde valor todo el rato, no puede ni debería ser utilizado como moneda. Si el poseedor del dinero continúa perdiendo el valor de lo que posee sin ni siquiera usarlo, entonces este dinero no está siquiera manteniendo su valor. Esto es perjudicial para su riqueza y su trabajo.
4) El dinero no puede imponerse. Ningún tipo de dinero puede ser impuesto a nadie, ya que el consentimiento mutuo es la base del comercio.
El oro y la plata, son los metales que Allah, subhanahu ua ta’ala, ha mencionado en el Corán como moneda cuando menciona el dinar y el dirham, fijando estos su valor por su peso. Estos se han usado de modo prácticamente universal como moneda por sus características particulares: son incorruptibles, fácilmente reconocibles y una pequeña cantidad encierra un valor considerable, así que si se hace comercio con tierras lejanas, no hay que cargar un gran volumen para comprar muchas mercancías.
En el mercado rige el mismo principio que rige en las demás esferas de la vida del musulmán, todo está permitido excepto lo que Allah ‘Aza ua Ŷal-la ha prohibido por ser perjudicial.
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