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La medicina se considera de las ciencias de la vida más amplias a los que los musulmanes tenían contribuciones destacadas a lo largo de los siglos de su civilización floreciente. Aquellas contribuciones eran…
Las ciencias de la vida alcanzaron una posición muy importante bajo el mandato islámico, hasta que los musulmanes se volvieron líderes en ellas y dominaron las ciencias tanto como el mundo. Así que sus universidades eran abiertas para los estudiantes europeos que viajaron de sus países en busca de aquellas ciencias. Además, los reyes y príncipes de Europa, venían a los Estados islámicos para recibir el tratamiento; y esto es lo que llevó al erudito francés Gustave Le Bon a desear que los musulmanes invadieran Francia para que Paris se volviera como Córdoba en la España islámica[1]. También dijo expresando la gloria de la civilización científica en el Islam: “Europa está endeudada a los árabes por su civilización”[2]. Sin duda, había muchas ciencias antes de los musulmanes, a las que las civilizaciones anteriores contribuyeron con buenos resultados, y eso era la base sobre la cual los musulmanes dependieron -y están orgullosos por declarar eso y por publicarlo- al comienzo de su levantamiento y el establecimiento de su civilización. Sin embargo, – y esto es el criterio y el principio- no se redujeron a transmitir de otros precedentes, sino que ampliaron y agregaron maravillosas innovaciones y descubrimientos, y pudieron lograr en aquellas ciencias preexistentes un desarrollo brillante y honorable. De entre ellas se encuentra la ciencia de la medicina. La medicina se considera de las ciencias de la vida más amplias a los que los musulmanes tenían contribuciones destacadas a lo largo de los siglos de su civilización floreciente. Aquellas contribuciones eran sin paragón en cuanto a su globalización, distinción y corrección del curso; hasta que quien consulta estas contribuciones eternas piense que nunca hubo medicina antes de la civilización de los musulmanes.
Por otra parte, la creatividad no se redujo solamente a tratar las enfermedades, sino que lo sobrepasó fundando un método experimental original cuyos efectos prestigiosos y maravillosos se reflejaron en todas las prácticas médicas en cuanto a la prevención y al tratamiento, las instalaciones y las herramientas o las dimensiones humanas y morales que rigen la conducta médica.
La maravilla de las contribuciones islámicas a la medicina, se refleja en la producción de este grupo inmenso de los genios médicos, que tenían- después de Al-lâh (Glorificado Sea él)- el gran mérito en destinar la marcha de la medicina en otro curso que las generaciones de los médicos lo siguen hasta hoy en día.
El comienzo de esta profesión, radica en que el hombre desde su existencia en la tierra se guía -bajo la inspiración de su Señor- a tipos de medicina (o sea tratamiento) que coinciden con su nivel intelectual y con su evolución humana. Este tipo de medicina se conoce como la medicina (primaria) en concordancia con el nivel cultural del hombre. Por eso, Ibn Jaldûn mencionó que: “Los beduinos civilizados tienen un tipo de medicina que lo basan mayormente en un experimento limitado, de modo que lo circulan y heredan de los ancianos de la zona, y quizá tenga algo de certeza, pero no está basado en una ley natural”[3].
Los árabes tenían en la era de la Yâhiliah (época pre-islámica) este tipo de medicina, así que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) –después de aparecer el Islam– incitó a tratarse y pedir la cura, como Usâmah ibn Shuraik (que Al-lâh Esté complacido con él) narró que él (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Trataos, ya que Al-lâh Puso para cada enfermedad su cura, salvo una enfermedad: la vejez”[4].
También se sabe que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) practicaba el tratamiento con miel, dátiles, hierbas naturales y otras cosas, lo que se conoció como “La medicina profética”.
Sin embargo, los musulmanes no se redujeron a los límites de la medicina profética, sino que abarcaron desde época muy temprana que las ciencias de la vida –y la medicina es una de ellas- necesitan investigación y reflexión continuas, e investigar lo que las otras naciones tienen de la misma; aplicando el método islámico que siempre incita a aumentar todo lo que es útil, y buscar la sabiduría donde esté. Por lo tanto, vemos que los médicos musulmanes empezaron a conocer la medicina griega a través de los Estados islámicos conquistados. También los califas comenzaron a traer a los médicos bizantinos, de quienes rápidamente aprendieron y procuraron traducir todo lo que encontraban de libros médicos. Quizá esto se considera de los incidentes más importantes de la era omeya.
Los científicos médicos musulmanes, se distinguieron por ser los primeros que conocieron la especialización; ya que entre ellos había: oftalmólogos y se nombraban como los Kahhâliûn, cirujanos, científicos dedicados a la escarificación y especialistas en las enfermedades femeninas (ginecólogos), etc. Y de los científicos maravillosos de esta época, estaba Ar-Razi, quien se considera de los científicos médicos más grandiosos en toda la historia. Pues, no se puede enumerar sus logros en este libro.
Apenas llegó la era abasí, los musulmanes manejaron todas las ramas de la medicina, y reformaron los errores de los científicos anteriores en algunas teorías concretas. No se redujeron a transmitir y traducir solamente, sino que siguieron la investigación y la reforma de los errores de los anteriores.
Pues, los musulmanes se evolucionaron en la oftalmología y nadie pudo alcanzar su éxito; ni los griegos, ni los latinos de sus tiempos, ni siquiera los que vinieron siglos después, ya que sus libros eran la primera evidencia durante largos siglos. No es raro que muchos escritores piensen que la oftalmología es una medicina árabe. Sin embargo, los historiadores afirman que ‘Alî ibn ‘Isâ Al Kahhâl[5] era el oftalmólogo más grandioso en la era medieval entera, y su libro más grandioso era “At-Tadhkirah”[6].
Si dejamos de hablar sobre el ejemplo brillante de Ar-Razi e Ibn ‘Isâ Al Kahhâl, nos encontraremos ante otro ejemplo valioso que se considera de los cirujanos más grandiosos de la historia, si no es el más grande de todos ellos, y es Abulcasis (falleció en el año 403 de la Hégira), quien pudo –como indicamos anteriormente- inventar las primeras herramientas de la cirugía como el bisturí y las tijeras quirúrgicas. También estableció los principios y las leyes de la cirugía, de los más importantes entre ellas: atar los vasos sanguíneos para prevenir la hemorragia; también, inventó los hilos de la cirugía y fue capaz de detener la hemorragia a través de la coagulación.
Abulcasis fue el primero en establecer la ciencia de la endoscopia quirúrgica a través de inventar y utilizar las jeringas y los trocares, sobre los cuales se basa esta ciencia. Efectivamente realizó la ruptura de la piedra de la vejiga con algo similar al espéculo de hoy en día. Aparte de que fue el primero en inventar y usar el espéculo de la vagina. Su libro “At-Tasrîf Liman ‘Ayiza ‘An At-Ta’lîf “, que fue traducido al latín por el científico italiano Gerardo[7] bajo el nombre de (ALTASRIF), se considera una enciclopedia médica completa de los fundadores de la ciencia de la cirugía en Europa, según su propio reconocimiento. Así que la parte donde Abulcasis habló sobre la cirugía, reemplazó las escrituras de los antiguos, y siguió siendo el líder en el arte de la cirugía hasta el siglo XVI (Es decir más de cinco siglos después de su época), y alberga imágenes clarificativa de varios instrumentos quirúrgicos (¡Más de 200 instrumentos!) que tenían el efecto mayor en quienes vinieron después de él de cirujanos occidentales. Asimismo, eran de una gran importancia, sobre todo para quienes reformaron el arte de la cirugía en Europa en el siglo XVI. El fisiólogo famoso, Haller dijo: “Todos los cirujanos europeos que aparecieron después del siglo XIV, aprendieron y se aprovecharon de este estudio”[8].
Otros científicos islámicos ilustres destacaron en la medicina, tal como Avicena (falleció en el año 428 de la Hégira), quien pudo ofrecer a la humanidad el servicio más grandioso por medio de los descubrimientos que logró, y por lo que Al-lâh (I) le Facilitó de descubrimientos médicos sublimes; ya que fue el primero en descubrir varias enfermedades que siguen extendidas hasta hoy en día. Pues, él fue quien descubrió por primera vez el parásito de la Ancylostoma y lo llamó el gusano redondo. De esta forma, adelantó al científico italiano “Dubini” por casi 900 años. También fue el primero en describir la Meningitis. Fue el primero en diferenciar entre la parálisis producida por un motivo interno en el celebro y la producida por un motivo externo. Describió el accidente cerebrovascular causado por el exceso de sangre, contradiciendo así lo que establecieron los grandiosos de la medicina griega antigua. Aparte de que fue el primero en diferenciar entre el cólico intestinal y el cólico renal[9]. Asimismo, Avicena descubrió –por primera vez- las formas del contagio de algunas enfermedades contagiosas como la varicela y el sarampión. Mencionó que se transmiten a través de algunos micro-organismos en el agua y en el ambiente, pues dijo: “El agua contiene micro-organismos que no se ven a simple vista, y son los que causan algunas enfermedades”[10]. Esto es lo mismo que confirmó “Van Luteok” en el siglo XVIII y los científicos posteriores a él tras inventar el telescopio.
Por eso, Avicena se considera el primero en establecer la ciencia de la Parasitología que ocupa un rango alto en la medicina moderna; ya que describió por primera vez (El Ancylostoma primario) y lo diferenció de (El Ancylostoma secundario), aparte de otras enfermedades parecidas. También habló sobre la amigdalectomía. Y trató en sus opiniones médicas, tipos de cánceres como; el cáncer del hígado, del pecho, los tumores de los ganglios linfáticos y otros[11].
Avicena era un médico hábil; ya que realizó cirugías muy precisas, como la extracción de los tumores cancerosos en sus primeras etapas[12], la incisión de la laringe y la tráquea y la ablación del absceso de la membrana pleurítica del pulmón. También trató las hemorroides a través de la atadura, y describió –con precisión- los casos de las fístulas urinarias. Aparte de que llegó a descubrir un método innovado para tratar la fístula anal, la cual sigue siendo utilizada hasta ahora. Habló de los cálculos renales, explicó cómo extraerlos y mencionó las advertencias que deben tenerse en cuenta. Así como mencionó los casos para el uso del catéter y los casos donde no se puede utilizarlo[13].
Además, tenía mucho conocimiento sobre las enfermedades venéreas; así que describió con precisión algunas enfermedades femeninas, como: La obstrucción vaginal, el aborto espontáneo y los fibromas; también, habló sobre las enfermedades que pueden afectar a la mujer que está en el puerperio, como: la hemorragia, la isquemia y lo que puede causar de tumores y fiebres agudas. Señaló que el pudrimiento del útero puede provenir de la distocia o del fallecimiento del feto; algo que no era conocido anteriormente. También habló de la determinación del género del feto y la atribuyó al hombre fuera de la mujer; y es lo que la ciencia moderna confirmó últimamente[14].
Aparte de todo lo que fue mencionado, Avicena tenía mucho conocimiento sobre la odontología, y fue claro y preciso al concretar el objetivo del tratamiento del caries dental cuando dijo: “El objetivo de tratar el caries dental, es impedir su incremento; y eso ocurre purificando su interior corrupto y analizando la materia que conduce a eso”. Notamos que el principio esencial para tratar los dientes, es mantenerlos preparando el agujero de forma adecuada, elevando las partes perforadas y luego volver a llenarlas con la materia apropiada para reemplazar lo que el diente perdió; de modo que vuelve a ejercer su función de nuevo[15].
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Éstos no eran casos excepcionales de la genialidad islámica en el campo médico; ya que el registro de las glorias de las civilizaciones islámicas está lleno de decenas, o mejor dicho, de cientos de los líderes que eran maestros de la humanidad durante largos siglos[16].
[1] Gustave Le Bon: La civilización de los árabes, traducido por ‘Adil Zi‘îtar, pág. 13,317.
[2] La referencia anterior, pág. 566.
[3] Ibn Jaldûn: Al ‘Ibar Ua Diuân Al Mubtada’ Ua Al Jabar 1/650.
[4][Abû Dâûd (3855)] [At-Tirmidhî: Hasan (2038)] [Ibn Mâyah (3436)] [Ahmad (18477)] Al Hâkim: Sahîh (8206)] [Adh-Dhahabî: Sahîh] [Al Bujârî, Al Adab Al Mufrad (291)] [Al Albânî: Sahîh, consulte: Sahîh Al Yâmi‘ (2930)].
[5]‘Ali Ibn ‘Isâ al Kahhâl: Es ‘Ali ibn ‘Isâ ibn ‘Ali Al Kahhâl (falleció en 430 de la Hégira / 1039 d.C.). Era un oftalmólogo profesional. Esta especialización era llamada como “La fabricación del Kohl”. Era famoso por su libro llamado “Tadhkirat Al Kahhâlîn”. Consulte: Ibn Abî Usaibi‘ah, ‘Uiûn Al Anbâ’ 2/263 y Az-ZarkAli, Al A‘lâm 4/318.
[6] Ibn Abî Usaibi‘ah, Tabaqât Al Atibbâ’ 2/263.
[7] Gerardo da Cremona (1114-1187 d.C.). Orientalista italiano. Nació y falleció en Cremona –una ciudad norteña de Italia-. Vivió algún tiempo en Toledo en Al-Ándalus. Así que tradujo del árabe al latín más que 70 libros en varias ciencias.
[8] Gustave Le Bon: La civilización de los árabes, pág. 591.
[9] ‘Âmir An-Nayyâr, Fî Târîj At-Tib Fî Ad-Daulah Al Islâmiah, pág. 132-133.
[10] ‘Ali ibn ‘Abdul-lâh Ad-Difâ‘, Ruâd ‘Ilm At-Tîb Fî Al Hadârah Al Islâmiah, pag. 298.
[11] ‘Âmir An-Nayyâr, Fî Târîj At-Tib Fî Ad-Daulah Al Islâmiah, pág. 133. Y consulte: Fauzî Tuqân, Al ‘Ulûm ‘Ind Al ‘Arab, pág. 17.
[12] Consulte: Mahmûd Al Hâyy Qâsim, At-Tib ‘Ind Al ‘Arab Ua Al Muslimîn, pág. 148.
[13] Consulte: Avicena, Al Qânûn 3/165.
[14] La referencia anterior 2/586.
[15] Consulte: Avicena, Al Qânûn 1/192.
[16] En otro capítulo –con el Apoyo de Al-lâh (I)- hablaremos sobre el establecimiento sanitario en la civilización islámica de forma general, y lo que ofreció de tendencia humanitaria que alcanzó su cumbre.
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