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La civilización islámica cuidó el sistema de correo y comunicaciones, y le dedicó mucho interés...
La civilización islámica cuidó el sistema de correo y comunicaciones, y le dedicó mucho interés. El inicio de este sistema fue cuando el territorio del Estado islámico se extendió y cuando aumentó la necesidad de fundar un sistema administrativo que garantizara la entrega de los mensajes entre la capital del califato y las ciudades del Estado islámico, sobre todo la correspondencia entre el califa y los gobernadores. Luego, dicho sistema evolucionó y se volvió un establecimiento mayor que tenía su papel y su posición en el Estado islámico. También se volvió un testigo sobre la prosperidad y el desarrollo que la civilización islámica logró.
Sentido del Correo y su evolución:
El equivalente árabe de “correo” es la palabra “Barîd”. Y a pesar de la variación de las opiniones sobre el origen de este término, es efectivamente un vocablo árabe que tiene más de un sentido como “el mensajero”; pues los árabes dicen: “La fiebre es el Barîd de la muerte”, porque precede su llegada y advierte de ella. Esto lo apoya el dicho de Ar-Râyiz: “Creo que la muerte tiene un Barîd”, y el hecho de que llaman Barîd a la grulla, porque advierte la llegada de un león[1].”
También significa: “Los mensajeros montando las cabalgaduras del correo.” Abu Hurairah (que Al-lâh Esté compalcido con él) narró que el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Cuando me mandéis un Barîd (mensajero), que sea de bello rostro y de buen nombre”[2]. También dijo: “Yo no falto a mi compromiso ni retengo a los Burd (plural de Barîd) [i.e. los mensajeros que le vinieran]”[3]. Es digno de mención que el mismo nombre, en árabe, se da a la montura dedicada a este fin.
At-Tanûji dijo:
El Correo es un cargo importante y peligroso, por consiguiente quien lo asume necesitará un gran personal y mucho material. Una parte de su trabajo es difundir la seguridad en los caminos, vigilarlos y guardarlos de los bandidos, ladrones, enemigos y de la infiltración de los espías por vía marítima o terrestre. También recibe los mensajes de los que protegen las fronteras y de los gobernadores de las ciudades lejanas, y los trasporta a través de los atajos más rápidos, eligiendo tanto a los mensajeros como las monturas [más adecuados]. Los Directores Generales de Correos se consideran como la vista y el oído de los reyes. Y si el rey descuida eso y no se le informa sobre el estado de los leales y los enemigos, el rey no se enterará de las noticias, su política fallará y encima no prevendrá la maldad hasta que se caiga en la misma[4].
De las funciones del Director General de Correos es mandar las informaciones a quien le encargó dicho puesto. En otras palabras son empleados informadores, y una parte de su trabajo es poner al tanto a los grandes funcionarios, príncipes y reyes de las condiciones generales del territorio de su especialización e informar a las autoridades sobre los actos sospechosos que quizá se planteen en contra del Estado, y sobre los comportamientos de los grandes funcionarios por miedo de que se apoderen del gobierno y declaren su desobediencia al Estado[5].
Entonces el objetivo del Correo al comienzo del Islam era hacer llegar las órdenes de los califas a sus gobernadores y funcionarios, así como transmitir las noticias de estos últimos a los califas. Después su función se extendió hasta que llegó a ser un vigilante del califa, así que, del mismo modo que comunicaba las órdenes del califa a los gobernadores y funcionarios, los vigilaba y transmitía sus noticias a él. También espiaba a los enemigos y buscaba sus noticias. De este modo, el correo llegó a ser parecido al sistema de inteligencia en el Ministerio de Defensa hoy en día. As-Sâhib ‘Alâ’ Ad-Dîn dijo: “Y de tal cosas, establecer oficinas de correo en todos lados con el fin de proteger el dinero y garantizar la rapidez de la llegada de las noticias y las nuevas condiciones”[6]. De esto se deduce que al principio el correo estaba limitado a los intereses estatales, luego se permitió al público beneficiarse con él en enviar sus mensajes[7].
Los musulmanes organizaron el sistema de correo creando paradas que consistían en instalaciones donde se hallaban grupos o equipos de sustitución listos. Ibn At-Taqtaqâ dijo: “El correo consistía en disponer caballos en varios lugares, y cuando llegaba a uno de estos lugares el mensajero portador de una noticia urgente habiéndose cansado su caballo, lo sustituía otro montando un caballo no cansado, y lo mismo en los otros lugares para que la noticia llegara rápido”[8].
La evolución del Correo:
Al parecer el sistema del correo era una práctica antigua y un estilo seguido por los persas y los romanos[9]. Y los árabes antes del Islam estaban enterados de él. Por lo tanto era lógica que el Correo fuera conocido en la era del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam), pues el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) intercambiaba los mensajes y las delegaciones con los reyes y los príncipes para invitarlos a abrazar el Islam. Su interés en este asunto llegó al grado de ordenar a sus funcionarios -como se mencionó anteriormente- enviarle (al Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam)) el correo con personas de bello rostro y nombre. También el Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) cuidaba que dichos atributos existieran en quienes enviaba a los reyes de su época, como Cosroes el rey de Persia, Cesar el rey de los Bizantinos, Ciro (Al Muqauqis) el gobernador de Egipto, Negus el rey de Abisinia y otros. Y eso fue porque él sabía que el enviado debía ser una lengua interpretadora de sus deseos y opiniones, y si no fuera así, fallaría en su misión y decepcionaría a quien le envió[10].
También, de los aspectos del interés del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) en el Correo es el hecho de que tenía su propio sello, debido a que los no árabes no recibían ningún mensaje sin sello, debido a que consideraban sellar el mensaje una forma de glorificación al destinatario[11].
Cuando los primeros musulmanes se dedicaron al Yihâd por la causa de Al-lâh (Glorificado Sea), se esparcieron por muchos destinos para realizar Da‘uah y lograron muchas victorias y se extendió el territorio de su Estado, sobre todo en la era de los Califas Ejemplares; era imprescindible mejorar el servicio del Correo para que haya comunicación entre los varios territorios de su inmenso Estado y la sede principal del gobierno. Durante las conquistas, los soldados se encargaron de otra tarea aparte del deber del Yihâd, ésa era transportar el Correo. Y el califa Omar (que Al-lâh Esté compalcido con él) recibía constantemente a mensajeros de los ejércitos musulmanes luchadores[12]. También estaba en contacto continuo con los ejércitos y los incitaba a informar sobre todo lo que encontraban y describir todo lo que veían para que él sintiera como si estuviera entre ellos compartiendo con ellos las dificultades y las victorias que lograban y para que les presentara el consejo cuando hubiera necesidad.
En el Estado Omeya, Mu‘âuiah ibn Abi Sufiân (que Al-lâh Esté compalcido con él) dedicó ciertas funciones y reglas al Correo. De las más importantes entre las mismas: la supervisión de todos los asuntos del Estado. Y de esta forma, Mu‘âuiah (que Al-lâh Esté compalcido con él) fue el primerio en utilizar el Correo de dicha forma organizada, ya que se estableció un diván para el sello a fin de organizar la correspondencia y traer a funcionarios bizantinos y persas para dicho objetivo[13].
Después, ‘Abdul Malik ibn Marauân agregó al Correo varios mejoramientos para convertirlo en un medio importante para la administración de los asuntos del Estado como: la medición de terrenos y su delimitación. Aparte de esto, se hicieron cuatro caminos que conectaban Jerusalén con Damasco. ‘Abdul Malik ibn Marauân cuidó mucho el servicio del Correo a tal grado de recomendar a su ujier (chambelán) no impedirle al Director General de Correos reunirse con él de día o de noche. Y se narró que él dijo a Ibn Ad-Dugaidigah: “Te encargo de guardar mi puerta, con cuatro excepciones [en las que el permiso de entrar debe ser inmediato]: el almuédano, porque él es quien llama a Al-lâh (Glorificado Sea), así que no se debe impedirle la entrada; quien toque la puerta por la noche, porque seguro porta mala noticia, y si portara algo bueno, habría ido a dormir; el Director General de Correos en cualquier hora, sea de día o de noche, ya que la gente puede sufrir un año por una hora de retraso del correo; y cuando la comida está lista, abre la puerta y permite a la gente entrar”[14].
Asimismo, en la era de Al Ualîd ibn ‘Abdil Malik se extendió la red de Correos para servir el progreso urbano y económico al que aspiraba. También él destinó a este servicio muchos caballos y camellos y estableció paradas en todos los lados del Estado. El servicio postal era tan importante durante su reinado que las piedras de mosaico dorado fueron transportadas sobre las cabalgaduras del correo de Constantinopla a Damasco para revestir las paredes de la Gran Mezquita de Damasco y otras mezquitas en La Meca, Medina y Jerusalén[15].
Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz también prestó gran interés a la organización del Correo, pues estableció estaciones, hoteles, fuentes de agua potable, almacenes de forraje para alimentar a los animales en todas las rutas por las que pasaban los mensajes. Omar ibn ‘Abdul ‘Azîz era tan piadoso que no utilizaba las bestias del correo a menos que fuera por alguno en beneficio de los musulmanes, porque el correo era un servicio del Estado. Él escribió a uno de sus trabajadores para que le comprara miel y le ordenó no utilizar nada de los recursos públicos pertenecientes al Estado. Sin embargo, el trabajador transportó la miel sobre uno de los animales del servicio del Correo. Cuando llegó, Omar preguntó cómo se transportó la miel. Contestaron: “Sobre una de las bestias del Correo”. Por lo tanto Omar ordenó que se vendiera la miel y se pusiera su precio en la Tesorería del Estado. Luego dijo al trabajador: “Nos echaste a perder tu miel”[16].
En cuanto al gobierno de la dinastía abasí, las fuentes históricas mencionan que los califas abasíes dieron la debida atención a los servicios de Correos y dependían mucho de él en la gestión de los asuntos del Estado. Abu Ja‘far Al Mansûr decía: “Estoy en extrema necesidad de tener cuatro personas delante de mi puerta, y nadie será más virtuoso que ellos”. Se le peguntó: “¿Quiénes son ellos, Príncipe de los Creyentes?” Respondió: “Ellos son los pilares del reino, y no se puede establecerlo correctamente sin ellos, tanto como una cama es inútil sin cuatro patas, ya que si una de ellas falta, la cama será débil. El primero es un juez que no teme a nadie salvo a Al-lâh (Glorificado Sea). El segundo es un Jefe de Policía que apoye a los débiles frente a los poderosos. El tercero es un recaudador de Jarây (impuesto agrario) que trabaje con honestidad sin oprimir a los ciudadanos. El cuarto -y luego mordió su dedo índice tres veces, diciendo: “¡Oh, oh...!”-, se le preguntó: “¿Quién es él, Príncipe de los Creyentes?”. Respondió: “Un Director General de Correos que transmita las noticias de éstos justamente”[17].
Von Kremer dijo: “Un funcionario de Correos fue designado para cada oficina estatal en las principales provincias. Su trabajo consistía en informar al califa sobre los asuntos importantes y supervisar el trabajo del virrey. En otras palabras, era un representante confiado por el gobierno central”. Los califas consideraban al personal de Correos como sus ayudantes en supervisar los asuntos del Estado y a través de ellos los califas se informaban de las obras de sus virreyes y los demás funcionarios del Estado[18].
El Califa abasí Hârûn Ar-Rashîd rodeó su Estado con una red precisa de rutas postales para agilizar la recepción de noticias y la emisión de órdenes a sus virreyes. Estas rutas se dividieron en estaciones, con un número de trabajadores y caballos en cada estación, además de todo lo necesario para un empleado de Correos como alimentos, agua y forraje[19].
Ibn Kazîr dijo sobre los acontecimientos del año 166 de la Hégira / 782 d.C. que el califa Al Mahdi ordenó establecer rutas postales entre La Meca, Medina y Yemen, y señaló que nadie había hecho esto antes de aquel año[20].
El servicio postal también se desarrolló durante la época de los mamelucos, especialmente durante el reinado del sultán Baibars, quien creó un sistema que garantizaba la conexión de todas las partes del Estado por una red de rutas postales terrestres y aéreas (a través de palomas mensajeras). El centro de estas líneas era la Ciudadela (de El Cairo), que fue construida por Salâh ad-Dîn (Saladino) en el año 572 de la Hégira / 1176 d.C. Cuatro sub-líneas terrestres salieron de este centro postal:
1- Una línea hacia Qûs (Apolinópolis Parva) y luego a Asuán y Nubia.
2- Una línea hacia ‘Aidhâb (a través de Qûs) y las poblaciones más allá.
2- Una línea hacia Alejandría.
4 - Una línea Hacia Damieta, y luego hacia Gaza[21].
Durante su reinado, el correo llegaba a Egipto dos veces por semana, y lo supervisaba el jefe del Diván de escritura (cancillería)[22].
Los tipos de correo y su función en la civilización islámica:
El correo tuvo varios tipos en la civilización islámica, todos expresan el desarrollo y la organización que la civilización islámica alcanzó. Eso lo podemos ver en las siguientes divisiones:
1-El Correo terrestre:
El medio utilizado en dicho tipo eran hombres nombrados (carteros) peatones o recaderos. Eran hombres acostumbrados a correr y aguantar caminar largas distancias. También los musulmanes utilizaron las bestias para transportar los mensajes extensamente, y sobre todo usaban las mulas. Y las estaciones de Correo esparcidas en las vías terrestres entre las ciudades islámicas cuidaban las bestias del Correo y les ofrecían lugar de descanso y forraje, y también estaban provistas de otros animales para sustituirlas en caso de necesidad, para que el portador de correo siguiera su viaje rápido hacia el destino deseado. En dichas estaciones había varios tipos de bestias: mulas, caballos y camellos, tanto como personas encargadas de cuidarlas[23]. Se usaron para este objetivo el mejor tipo de caballos conocidos con el nombre de Ash-Shahharah y los camellos del Nayb, los cuales eran más rápidos que los caballos y aguantaban más la marcha[24].
Debido a que dichas estaciones estaban ubicadas en caminos con largas distancias entre sí, y como era difícil que la mula atravesara los desiertos de arenas profundas, donde escaseaba el agua; se tenía en cuenta extender las líneas de Correo a través de territorios de abundante agua, seguros y de poca arena[25].
2-El Correo marítimo:
Se utilizaban los barcos marinos. Al Hasan ibn ‘Abdul-lâh dijo: “Si el Estado era marítimo, entonces el Director General de Correos utilizaba barcos veloces y ágiles”[26]. Al Hayyây ibn Yûsuf Az-Zaqfi fue el primero que utilizó barcos recubiertos con alquitrán, sostenidos con tornillos, no cosidos, y pintados[27].
3-El Correo aéreo:
Su medio era las palomas mensajeras, que fueron utilizadas para transportar escrituras en forma de cartas colgadas. Y eran conocidas con el nombre de “Al Huddei”[28].
Los musulmanes no se bastaron con lo que lograron en el sistema del Correo terrestre o marítimo, sino que dieron grandes pasos respecto a la organización de su transportación y la velocidad de su llegada. Por lo tanto las palomas mensajeras eran el mejor medio para eso. Estas palomas tenían una posición especial y se vendían a precios muy altos. Por eso, la gente, sobre todo en la ciudad de Basora, competía en adquirirlas, hasta que las palomas se volvieron un comercio entre la gente. El precio de dicho tipo de palomas llegó a setecientos dinares. El uso de este tipo de palomas se extendió en la era del sultán Nûr Ad-Dîn Zanki y en la era de los Fatimíes. En cuanto a las distancias que atravesaban, éstas eran entre El Cairo y Basora, y entre El Cairo y Damasco. Y fueron establecidas torres para ellas a lo largo de los caminos. Cuando las palomas eran enviadas, se trasladaban de una torre a otra en busca de su torre que habitaban. Por eso, las palomas de Egipto se ponían en torres de Damasco, mientras que en las torres de Egipto se ponían palomas de Damasco por el mismo objetivo. Y según la costumbre, se enviaba dos copias del mismo mensaje con dos palomas, y una se lanzaba dos horas tras la otra, para que, en el caso de que una se perdiera o fuera matada, la otra llegara. No se las enviaba cuando llovía o antes de alimentarlas lo suficiente[29].
La brevedad y la concentración eran de las características más importantes de los mensajes que transportaban las palomas mensajeras. Y parece que este tipo de correspondencia era reducido a las épocas de guerras, ya que los mensajes se escribían sobre papeles livianos –se llamaban tarjetas o papeles de pájaros- con un texto resumido, una letra fina conocida como letra de polvo, porque era parecida a los átomos de polvo; y con un lenguaje parecido al código. Y el mensaje se colocaba debajo del ala de la paloma para protegerlo de la lluvia[30].
Es una imagen maravillosa sobre cómo los musulmanes establecieron una trayectoria postal utilizando las palomas, la cual no era de menos importancia en comparación con otra trayectoria postal terrestre o marina.
4-La correspondencia por medio de los Manâuir (tipo de faros):
Aparte de los tipos de correspondencia antes mencionados hubo otro por medio de los Manâuir. Al Qalqashandi dijo: “Eran los lugares donde se prendía fuego por la noche o se echaba humo por la mañana. A veces se realizaban sobre las cumbres de las montañas, otras sobre construcciones altas. Sus ubicaciones eran conocidas, de modo que la mayoría de los viajeros los sabían. Servía para transmitir noticias desde los límites extremos del Estado como Ilbîrah y Ar-Rahbah y llegando hasta la residencia del sultán en la Ciudadela de El Cairo. De este modo, si algún incidente tuvo lugar en Éufrates temprano por la mañana, ya por la noche era sabido, y si tuvo lugar por la noche, llegada la mañana ya era sabido. Y según el tipo de humo o fuego se sabían las diferentes condiciones del enemigo o de otro fuera en cuanto al número u otra cosa[31].
Estos Manâuir fueron establecidos a lo largo de las costas y ejercían la función de la guardia y la advertencia del peligro de un enemigo marítimo. Y eso a través de señales luminosas acordadas entre los funcionarios a cargo de transmitir la noticia. De modo que cuando descubrían a un enemigo en el mar viniendo desde lejos, prendían fuego sobre las cumbres de los Manâuir si era de noche, y si era de día provocaban humo. Fue dicho al respecto: “[El mensaje] por medio de las señales luminosas se transmitían desde Tánger en Marruecos hasta Alejandría en una sola noche”. Esto indica el uso de señales luminosas en la correspondencia rápida entre las guarniciones a través de los alminares de las mezquitas en los campamentos costeros, sobre todo en las costas de Túnez. Y el campamento más famoso era el del Monastir[32] en la ciudad de Susa[33].
Al Qalqashandi concluyó un capítulo sobre los Manâuir diciendo: “Los Manâuir, [de entre los otros tipos de transmisión de mensajes], ocupaban en el reino la primera posición, y eso por una razón prudente incomparable, ya que la rapidez de su transmisión de las noticias llegó a su límite máximo. En otras palabras, ordenados ascendientemente según la rapidez de comunicar la noticia, viene el correo ordinario luego las palomas mensajeras, y finalmente los Manâuir, que eran aún más rápidos que las palomas. Es suficiente prueba de esto el hecho de que la noticia sucedida en Éufrates, un día después ya era conocida en Egipto”[34].
En el marco de lo que ha sido mencionado se pone de relieve que el sistema de Correo y comunicación en la civilización islámica era preciso y desarrollado, acorde con las capacidades y condiciones de su época. Este sistema relacionaba el Estado con su líder, notificándolo sobre todo lo que sucedía constantemente. Y las naciones europeas no lograron esto sino tras el paso de varios siglos.
[1] Ibn Mandhûr, Lisân Al ‘Arab, 3/84.
[2] [At-Tabarâni en Al Ausat 7/367][Ibn Hayar Al ‘Asqalâni en Al Matâlib Al ‘Âliah 11/685 (2658)] [Al Albâni: Sahîh (auténtico) en Sahîh Al Yâmi‘ (259)]
[3][Abu Dâûd (2758)][Ibn Hibbân (4877)].
[4]At-Tanûji, Al Faray Ba‘d Ash-Shiddah 1/50.
[5] Véase, At-Tartûshi, Sirây Al Mulûk, Pág. 49.
[6]Ibn At-Taqtaqa, Al Fajri Fi Al Âdâb As-Sultânîah, Pág. 106.
[7] Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ua Al Fikr Al Islâmi, pág. 139.
[8] Ibn At-Taqtaqa, Al Fajri Fi Al Âdâb As-Sultânîah, Pág. 106.
[9]Véase, Al Qalqashandi, Subh Al A‘asha 14/412.
[10]Ibrâhîm ‘Ali Al Qal-la, Nudhum Al Hadârah Al Islâmîah, Pág 104.
[11]Anas ibn Mâlik (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) narró que el Profeta (e) quiso enviar un mensaje a gente no árabe, por lo tanto se le dijo: “Ellos no reciben ningún mensaje salvo que sea sellado”. Por lo tanto, el Profeta (e) destinó a este fin un anillo de plata que tenía grabado: “Muhammad, el Mensajero de Al-lâh”. Anas ibn Mâlik (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) dijo: “Me imagino que veía el brillo del anillo en el dedo del Profeta (sal-lal-lâh ‘alaihi wa sal-lam) o en la palma de su mano.” [Al Bujâri (65)][Muslim (2092)].
[12] Fârûq Maydalâui, Al Idârah Al Islâmîah Fi ‘Ahd Omar ibn Al Jattâb, Págs. 228-229.
[13]Véase Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha Fi Sinâ‘at Al Insha 14/413. Kamâl ‘Anâni Ismâ‘îl, Dirâsât Fi Târîj An-Nadhm Al Islâmi, Págs. 104-105.
[14] Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha Fi Sinâ‘at Al Insha 14/413, y las mismas palabras se atribuyen a Ziâd también.
[15] Ibídem.
[16] Ibn Al Yauzi, Sîrat Ua Manâqib Omar, Pág. 210. Y Abu Yûsuf Ya‘qûb ibn Sufiân Al Fasaui, Al Ma‘rifah Ua At-Târîj 1/337.
[17] At-Tabari, Târîj Al Umam Ual Mulûk 6/313.
[18] Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ual Fikr Al Islâmi, Pág.141
[19] Ibrâhîm ‘Ali Al Qal-la, Nudhum Al Hadârah Al Islâmîah, Pág 105-106.
[20] Ibn Kazîr, Al Bidâiah Ua An-Nihâiah, 10/158.
[21] Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha Fi Sinâ‘at Al Insha 14/419. Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ual Fikr Al Islâmi, Pág.145
[22]Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ual Fikr Al Islâmi, Pág.145
[23] Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha 14/377. Yauâd ‘Ali, Al Mufassal Fi Târîj Al ‘Arab Qabl Al Islâm 9/320.
[24] Kamâl ‘Anâni Ismâ‘îl, Dirasât Fi Târîj An-Nudhum Al Islâmîah, Pág. 106
[25]Yauâd ‘Ali, Al Mufassal Fi Târîj Al ‘Arab Qabl Al Islâm 9/320-321.
[26] Al Hasan ibn ‘Abdul-lâh, Âzar Al Ûal Fi Tartîb Ad-Dual, Pág. 89 Transmitido de Muhammad Daifu-lâh, Al Hadârah Al Islâmîah, Pág. 198.
[27]Al Yâhidh, Al Baiân Ua At-Tabîn, Pág. 364.
[28] Muhammad Daifuil-lâh, Al Hadârah Al Islâmîah, Pág 198.
[29]Ibídem Págs. 198-199. Abu Zaid Shalabi, Târîj Al Hadârah Al Islâmîah Ual fikr Al Islâmi, Pag.146.
[30]Véase Kamâl ‘Anâni Ismâ‘îl, Dirasât Fi Târîj An-Nudhum Al Islâmîah, Págs. 107-108.
[31] Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha, 14/445.
[32]La ciudad de Monastir está a 30 kilómetros de la ciudad de Susa.
[33] Véase Sa‘d Zaglûl y otros, Dirâsât Fi Târîj Al Hadârah Al Islâmîah 480-481. Kamâl ‘Anâni Ismâ‘il, Dirâsât Fî Târîj An-Nudhum Al Islâmîah, pág. 108.
[34]Al Qalqashandi, Subh Al A‘sha, 14/447.
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