Short Description
Ciertamente existen diferentes opiniones sobre el concepto de la civilización; de entre las cuales se encuentra una visión puramente material que no fija en el interior del hombre, ni su creencia, ni en los principios. ¿Acaso esta visión es correcta?...
Algunas personas tienen una visión material del concepto de civilización, consideran que forma parte de los asuntos del entretenimiento, que conducen a que la persona tenga una vida más descansada y fácil. No la estudian mirando el interior de la persona, así como tampoco se fijan en las creencias ideológicas, ni en la moral o en los principios. Entre los que piensan así, encontramos a dos tipos: el primero: son apasionados de la materia y ahogados en la negación de los principios y los valores como factores principales para evaluar a una nación o una sociedad; son prácticamente la mayoría de los no religiosos, incluso los comunistas y los capitalistas, quienes consideran que la civilización y la ciudadanía son conceptos sinónimos. El doctor Ahmad Shalabi[1] nos transmite la definición que dan esas personas al concepto de ciudadanía: “Es el progreso en las ciencias empíricas y científicas como la medicina, la ingeniería, la química, la agricultura, la industria y la invención de mecanismos”[2].
En esta categoría encontramos a quienes persisten en la negación de la ética, como por ejemplo Klisklis y Nietzsche[3] y otros filósofos que dicen: “La civilización es la eliminación de la justicia y la moralidad y dar rienda suelta a nuestra naturaleza desnuda para que haga lo que le venga en gana, incluso si eso te lleva a que andes sobre un suelo de cráneos...”. Llegaron incluso a decir: “Ciertamente, la moralidad es sólo una invención de los débiles, para poder restringir con ella el poder de los fuertes... así pues, ¡vamos a declarar la guerra a la moral!”[4].
En cuanto al segundo tipo de materialistas –como queda patente en sus escritos-, no pretenden quitar valor a la moral, sino que consideran que el término civilización es puramente material que no tiene nada que ver con la moralidad de la persona. Esto se ve muy claro por ejemplo en las palabras de Ibn Jaldûn, cuando dice: “La civilización es la sofisticación de la buena vida, aspirar a la excelencia de sus condiciones y dedicar gran interés en hacer los productos de artesanía que sirven para perfeccionar todas las variedades del lujo, como los referentes a la cocina, a la vestimenta, a los edificios, ropa de casa, ollas, así como otros utensilios propios del hogar... Esa perfección requiere mucho trabajo”[5] Está claro que Ibn Jaldûn no pretende excluir la moral y los principios de la civilización, ya que él le asigna un papel fundamental en la construcción de las naciones, sólo que –como ya he dicho- él considera que el término “civilización” es un término abstracto que describe la vida en la ciudad y el progreso que implica.
Así pues, existen diferentes definiciones para el término civilización, lo cual significa que los eruditos y los pensadores no se han puesto de acuerdo sobre ese asunto. Ello puede deberse a que el término es un neologismo, por lo que cada pensador le da un significado diferente. También se debe a la diferencia de los programas y de las ideologías de cada escuela ideológica. Todo esto hace que hablar sobre la civilización sea un asunto complicado, que requiere mucha meditación de todos los participantes en la investigación acerca de este ámbito.
[1]Ahmad Shalabi: Uno de los historiadores egipcios más destacados de la época moderna. Se licenció en Dar Al ‘Ulûm y ejerció de profesor en varias universidades egipcias, árabes e islámicas. Entre sus obras más destacadas, hallamos Mausû‘at At-Târîj Al Islâmi (10 tomos), y Mausû‘at Al Hadârah Al Islâmîah (10 tomos).
[2]Ahmad Shalabi, Al Hadârah Al Islâmîah, 2/20.
[3] Nietzsche: (1844-1900) Filósofo alemán, poeta y erudito clásico. Es uno de los filósofos occidentales más importantes, e influyó enormemente en muchos filósofos, escritores y psicólogos del s. XX. Entre sus libros hallamos: Así habló Zaratustra y Más allá del bien y del mal.
[4]André Karsh, La problemática de la moral y los filósofos, pág. 32.
[5] Ibn Jaldûn, Al Muqaddimah, 2/879.
Comentarios
Envíe su comentario